Queremos empezar esta serie de artículos explicando cómo hacemos las cuentas de cristal de Murano de algunas de nuestras piezas de joyería y bisutería.
Cuando explicamos que son hechas a mano la gente nos pregunta… ¿Hacéis vosotros las cuentas? ¿Sopláis el vidrio? Bueno pues si y no; hacemos las cuentas con un soplete para vidrio, pero no mediante la técnica del soplado.
Vamos a explicar la diferencia; mediante el soplado se pueden crear objetos huecos de vidrio, lo que se hace es insuflar aire (soplado) dentro de una masa de vidrio fundido que se aplica al extremo de una varilla hueca de metal. Esto crea una pompa en el interior del vidrio que podemos controlar para crear bordes más o menos gruesos, así como moldear la forma externa de la pieza. Para las cuentas de vidrio no necesitamos hacer esto, las cuentas son piezas sólidas (excepto en algunos casos) que se moldean alrededor de una varilla o mandril, pero no adelantemos nada.
¿Cómo se llama entonces la técnica que usamos? En inglés se conoce como “lampwork“, en español vendría a ser “trabajo con soplete”, pero no tiene tanto encanto y parece que hablamos de soldar tuberías, así que de ahora en adelante nos referiremos a ella
como “lampwork”.
Muy bien, ya sabemos cómo se llama pero… ¿qué necesitamos para trabajar el vidrio con esta técnica? Pues depende, hay muchos tipos de vidrio y cada uno tiene unas ventajas e inconvenientes. Para no extendernos demasiado hablando de temperaturas de trabajo, temperatura de annealing, coeficientes de dilatación y otros datos vamos a centrarnos en el trabajo con cristal de Murano. Se trata de un cristal blando que puede ser trabajado a bajas temperaturas (alrededor de 800°) lo que permite el uso de sopletes sin oxígeno, sin embargo, para obtener el mejor rendimiento y realizar diseños complejos se hace casi indispensable un soplete de oxipropano.
¿Qué más necesitaremos? En primer lugar seguridad, empezando por nuestros ojos. El cristal de Murano al ser calentado despide un brillo amarillo sodio de gran intensidad que puede cegarnos, para evitarlo se utilizan gafas con lentes de didimio que bloquean esa longitud de onda especifica y nos permite seguir viendo la pieza que estamos trabajando con comodidad y sin ser deslumbrados.
Ya tenemos el soplete adecuado y los ojos protegidos, ¿qué es lo siguiente? Pues más seguridad… No olvidemos que estamos fundiendo vidrio a más de 750° C, así que tenemos que cuidar ciertos aspectos. En este caso debemos asegurar una atmósfera de trabajo adecuada, lo que se puede lograr en un ambiente bien ventilado, pero es especialmente recomendable un puesto de trabajo con extracción de humos. Al fundir el vidrio estamos liberando óxidos metálicos que le aportan color así como otras sustancias que permiten darle ciertos efectos además de los propios gases de la combustión.
Bien, ya estamos protegidos, ¿ahora qué? Pues el propio vidrio por supuesto. Generalmente cuando se habla de cristal de murano se hace referencia a vidrio soda-Lima de COE 104 (no os asustéis), pero en ocasiones ni siquiera esta producido en la isla de Murano. En la Maraña utilizamos autentico cristal de Murano comprado directamente en Italia ya que, aunque las características químicas y físicas son similares al vidrio producido en California, Alemania o China, la calidad del cristal italiano es superior. El cristal para lampwork viene en varillas de unos 6mm de diámetro y un metro de longitud que iremos cortando en medidas que nos permitan trabajar con cierta comodidad. Disponemos de una variada paleta de colores transparentes, opacos, translucidos y con efectos especiales que podremos usar en nuestras creaciones directamente o mezclándolos entre si, aunque eso es otra historia…
¿Qué más necesitamos? Ya tenemos el soplete, hemos cuidado la seguridad básica y estamos fundiendo una varilla de vidrio en nuestro puesto de trabajo, pero… ¿Qué hacemos con el vidrio fundido? Para crear una cuenta debemos aplicar el vidrio, ahora con una textura de líquido denso y pegajoso alrededor de una varilla, aguja o mandril, pero si lo aplicamos directamente se quedará pegada. Para evitar esto se sumerja el extremo de los mandriles en un líquido desmoldante que nos permitirá extraerla una vez enfriada.
En este punto cada diseño tiene una técnica especifica que deberemos trabajar teniendo gran cuidado en controlar diversos factores:
- la temperatura del vidrio de aporte para lograr la fluidez que necesitamos
- la velocidad y posición de giro del mandril que tiene la cuenta para que se cree una forma esférica sin deformidades
- la temperatura de la propia cuenta para evitar que se funda y se deforme o llegue a partir por un enfriamiento excesivo
- el tipo de llama (oxidante o reductora) que estamos utilizando para conservar los colores u obtener efectos metalizados o raku en vidrios especiales.
El artesano del vidrio debe trabajar en todo momento con ambas manos y gran destreza para controlar en todo momento estos factores así como diversas herramientas que pueden hacerse necesarias para ciertos diseños (paletas y varillas de grafito, pinzas, moldes, etc.). No olvidemos además que estamos trabajando con un soplete que alcanza unos 3000°, por lo que se requiere un gran pulso y mucha concentración.
Bien, ya tenemos hecha una cuenta de vidrio fundido alrededor de una varilla de acero… ¿Y ahora qué hacemos con esa pequeña pieza candente? Si dejáramos que se enfriase al aire se generarían grandes tensiones internas que la harían partir e incluso explotar, así que para evitarlo la sumergiremos en pequeñas virutas de vermiculita. Se trata de un material volcánico que tiene la capacidad de ser un gran aislante térmico y que es capaz de aguantar las grandes temperaturas del vidrio. Al estar rodeada de vermiculita la cuenta ira bajando lentamente de temperatura reduciendo las tensiones que se generan durante la contracción por enfriamiento.
Pasadas unas horas y si hemos hecho todo bien ¡tendremos nuestra cuenta de vidrio lista para ser montada!
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